Nos podríamos preguntar, ¿por qué hay tanto miedo a la
fidelidad y a la par tanto deseo de felicidad?.
Además de las respuestas que tú puedas aportar, te voy a dejar la mía.
Estamos equivocados cuando pensamos que la felicidad la dan
las cosas, los enseres, las posesiones, los viajes, las fiestas…. todo eso
puede suponer bienestar, alegría, comodidad… pero entiendo por felicidad el
estado que brota de ser fiel. Cuando soy fiel soy feliz, cuando soy infiel no
puedo ser feliz aunque lo intente o consiga aparentar. Las relaciones humanas crecen en proporción a
la fidelidad que se da entre ellas. A más fidelidad, más intimidad de relación,
más complementariedad personal, más necesidad del otro, más gozo y más alegría.
He escuchado que la fidelidad coarta, restringe la libertad
del ser humano, y descubro un gran error en esa percepción de la fidelidad,
pues aquel que quiere ser feliz tiene que ser plenamente libre siendo fiel al
otro. La fidelidad ayuda, estimula, engrandece la libertad de quien la
practica, pues es una opción querida, para gozar de una verdadera felicidad.
Cuando se habla de fidelidad, se habla de dos personas
conscientes de lo que supone el uno para el otro. La fidelidad del esposo y de
la esposa, no les resta libertad, pues es algo querido, buscado, deseado,
esperado, el poder ser el uno para el otro; así se convierte en la fuente de su
verdadera felicidad. Verse fieles, con una confianza total en el otro, saberse
respetados en cada momento, necesarios para la otra persona, exclusivos entre
los demás, eso nos hace felices y nuestra felicidad hace más fiel al otro.
La fidelidad que viven los esposos es imprescindible para
alcanzar la felicidad de cada uno y del matrimonio, y si no pensad, ¿por qué
hay tantas situaciones de infelicidad? pues normalmente, porque acontecen
infidelidades en el matrimonio, y no todas a nivel de sexo, que también, pero ¿y
las infidelidades en la palabra dada, en el respeto al pensar del otro, en la
falta de comunicación, infidelidad en el dinero…?
La fidelidad que viven los consagrados no es menor; sólo
cuando se vive cada día con el convencimiento de que siendo fiel al otro estás
siendo fiel a Dios, se puede entender la entrega a los demás. La fidelidad a
Dios es la única respuesta del ser humano con la que puede corresponder al amor
que se le ha entregado. La fidelidad a Dios se vive con la coherencia entre el
pensar y el obrar, desde el amor que recibes para respetar a quien se lo
ofreces.
Todo lo anterior, podría parecer, muy filosófico o
contemplativo, pero nada más lejos de la realidad, entiendo que es la verdad de
quien parándose a pensar sobre su felicidad se encuentra que, ésta reside en la Fidelidad a Dios y al otro.
Equipo TEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario