Recuerdo a un amigo que me decía que la
perfección no se alcanza “mañana” sino hoy. Sí, si hoy, porque sabiendo en lo
que consiste si la puedo buscar, el problema está en creer que no la puedo
alcanzar, por mis debilidades o carencias.
Claro, ni tú ni yo somos perfectos ya, pero
hoy si podemos trabajar para conseguirla y mañana y pasado, y el otro, y así
cada día de tu vida.
Y si te preguntas pero ¿y qué es la
perfección?, yo te compartiría que no es nada del otro mundo, sino es ese deseo
acompañado de tu voluntad y esfuerzo de hacer lo que es justo, coherente, bueno
y bello, que te hace descubrir la
felicidad que supone vivir esa experiencia interna y externa de tu persona DE
SENTIRSE AMADO Y LLAMADO A AMAR.
Es verdad que PERFECTO solo es Dios, porque
solo Dios ama desde la total y absoluta gratuidad, pero cada uno estamos
llamados a buscar esa perfección en nuestras relaciones de amistad, personales,
conyugales, familiares…
Cuando pensamos que algo es imposible,
somos nosotros mismos los que nos alejamos de ello y ni lo intentamos, pero la
experiencia nos dice que los retos están para asumirlos, para alcanzarlos y que
solo hemos de buscar las herramientas adecuadas: tiempo, constancia,
sacrificio, esfuerzo, petición de gracia, ante la caída saber levantarse,
dejarse levantar, descubrir el bien en esa acción, así con estas y las que tu
pongas podrás conseguirlo.
Mira qué diferencia hay en estas frases:
“solo se alcanza lo que se cree” o “solo se cree lo que se alcanza”. La primera
te abre a la posibilidad de la perfección en tu vida y la segunda te reduce al
materialismo al que hemos reducido nuestra existencia. ¿Con cuál te quedas?
Equipo TEA