Todo
amor humano transcurre por una serie de etapas progresivas que van desde la
necesidad de ser amado hasta la capacidad de amar. Cada una de ellas (amistad,
enamoramiento, noviazgo y matrimonio) ha de ser vivida en su momento presente,
en su verdad y belleza, con aquello que es específico de ella y con la libertad
y responsabilidad que conlleva, porque cada una va acompañada de unos gestos de
amor propios.
La
realidad de muchas parejas de jóvenes es que no viven bien o viven
demasiadorápido, estas etapas. Queman la etapa en la que se encuentran
realizando los gestos específicos de la siguiente, de tal modo que llegan a
entregarse totalmente sus cuerpos pero sin haberse entregado previamente la
integridad de sus personas. Para esto, no están preparadas
porque esta entrega íntegra y recíproca del hombre y de la mujer significa el
culmen del amor humano, al menos en esta vida, y es total, exclusiva, fecunda y
definitiva teniendo su lugar por excelencia en el matrimonio. Ésa es la verdad
del amor, lo contrario sería entregar el cuerpo expresando una mentira.
El
amor humano, por tanto, va más allá de una pasión, de un sentimiento,… Además
de los afectos del corazón (la atracción hacia los valores físicos y
psicológicos) han de entrar en juego otras dimensiones como son la razón
(reflexionar qué es lo que estoy sintiendo y viviendo, si es bueno para los
dos, si nos enriquece como personas) y la voluntad (querer el bien personal y
de la pareja, amarla con la dignidad que debe ser amada,…). El amor, por tanto,
no es ciego, se puede reflexionar sobre él y orientar hacia lo que es bueno,
bello, digno... (continuará).
Equipo
TEA