¿Quieres tropezar en la misma piedra?
Los seres humanos mostramos nuestra
parte irracional en cuanto que, en la
vida, repetimos lo que vemos sin pensar lo que hacemos y sus posibles
consecuencias. Igual sucede en el ámbito de la sexualidad. Por diferentes
motivos, no todos han tenido la posibilidad de poder ver en los demás gestos
corporales que expresen el amor verdadero, bien de amistad, noviazgo,
matrimonio,… sino todo lo contrario. Es más, en esta sociedad la sexualidad se ha trivializado hasta
el punto de romper con aquello que le pertenece ontológicamente, donde lo que prima es el placer. Esta
ideologización de la sociedad ha alterado el concepto de sexualidad por el de
genitalidad, de ahí la inmediatez, el juego, la diversión… y se desliga de la vida, del amor y de la
persona, ocultando y queriendo negar la responsabilidad, el compromiso, el
gozo,… que conlleva vivir la grandeza de ser seres sexuados con capacidad de
amar, respetar, entregarse. Pero en el fondo, esta vivencia, no lleva a las
personas a ser más felices, porque en el deseo sexual existe un anhelo más profundo, alcanzar
la comunión con la otra persona a través de la entrega corporal.
Son muchos los intereses económicos, ideológicos, políticos,… que subyacen para
que la sexualidad se “mal-viva” así, y, contando con el poder de los MCS, su
éxito está asegurado.
Por todo esto, y no disponer de buenos
modelos de referencia, es necesario
contrarrestar esta visión deformada con
una buena EDUCACIÓN DE LA
SEXUALIDAD PARA EL AMOR Y LA VIDA, presentada primeramente en su bondad y
belleza, en la verdad que lleva a la felicidad, a la plenitud del amor. Y, una
vez presentada esta grandeza, no se pueden eludir las consecuencias en la vida
propia y en la de los demás cuando no
se concibe y vive como corresponde. En ello está la posibilidad de vivir una
vida plena de sentido o una vida cargada de sin sentido.
Ésta es la tarea de una buena educación
de la sexualidad y les corresponde en primer lugar a los padres, ayudados subsidiariamente
por otras personas o instituciones educativas: parroquia, movimientos
eclesiales, colegios,…
Por todo ello, no sólo podemos concluir
que es necesario educar la sexualidad, sino imprescindible por las circunstancias sociales y culturales en las
que nos encontramos. Así, si quieres ver a tus hijos no tropezar en la piedra
que algunos pudimos tropezar, disponte ya a acompañarlos y enseñarles el
camino. La felicidad os inundará a la familia completa.
Equipo
TEA
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