martes, 25 de marzo de 2014

¿QUIÉNES DEBEN EDUCAR LA SEXUALIDAD?



Pero, si eso a mí me cuesta… 

         La tarea educativa en la dimensión afectiva y sexual de la persona debe corresponder a los padres, prioritaria y fundamentalmente. Nadie como ellos puede ir formando a sus hijos. Sin embargo, no son pocos los padres que no lo hacen por considerarse incapacitados para ello. Si esto es así, y ellos no asumen esta responsabilidad, otros lo harán, de forma irresponsable, y con una gran diferencia, buscando otros intereses de fondo, haciéndolos consumidores de sexo, trivializando y eludiendo la verdad de la sexualidad, olvidando por completo la dimensión afectiva necesaria para una auténtica comprensión y vivencia del amor.

      Los padres, bien ocasionalmente, bien formalmente, pueden educar a sus hijos porque son los únicos que lo harán con verdadero amor, buscando aquello que les haga bien en sus vidas y les ayude a ser felices.

         Por ello es necesario en primer lugar el amor, en segundo lugar el sentido común y, en tercer lugar, interés por formarse bien, acudiendo a buenas fuentes que las hay. Si para otras tareas en la vida se les quiere formar muy bien, cuánto más para esta dimensión donde está en juego su felicidad.

         La presencia de los padres no es algo neutro en la educación de la sexualidad. Al contrario, o se educa o se mal-educa, porque el cuerpo forma parte de nuestro ser y con él expresamos nuestro interior. Todo gesto o palabra que los hijos perciben en sus padres les ayudará, o no, a crecer como personas.

         De ahí la importancia de cuidar la expresión del amor entre los padres a través de sus gestos públicos, para que los hijos descubran que el cuerpo es bueno y ayuda a manifestar lo que sentimos en nuestro interior. Y el amor hacia los hijos también se puede expresar públicamente a modo de abrazos, besos, caricias,… para familiarizarnos con este lenguaje del cuerpo. De este modo se irá comprendiendo que existen diferentes gestos para expresar el amor en la amistad, en la familia, en el noviazgo, en el matrimonio,… Esto les ayudará a distinguir que los gestos públicos o privados son diferentes dependiendo del tipo de relación.

Mateo 7, 7-12

“Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre.

 “¿Acaso alguno de vosotros sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en el cielo las dará a quienes se las pidan!

“Así pues, haced con los demás lo mismo que queréis que los demás hagan con vosotros. Esto es lo que mandan la ley de Moisés y los escritos de los profetas”.
         Equipo TEA




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