jueves, 24 de marzo de 2016



El cuerpo de Jesús es vilipendiado por quienes sabían de su inocencia. La entrega de Jesús es total a Dios su padre, no evita nada, ni el sufrimiento ni el dolor, para darle plenitud con la gracia que procede del Padre. Hoy son muchos los cuerpos que se maltratan, se utilizan, manipulan, violentan, se arrinconan, se eliminan y siempre el que lo hace es consciente que "si lo está haciendo", no podemos pensar en causas justas por las que obrar así, no las hay, no las hay. Que el cuerpo dolorido de Jesús sea siempre signo de su amor a Dios Padre y a cada uno de nosotros. Por tanto, sepamos respetar nuestro cuerpo y el de los demás con toda la dignidad que se merecen. 


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