ANALFABETOS
AFECTIVOS
“Más de 858.000 personas
que viven en España son analfabetas y de ellas casi el 70% son mujeres (570.600)”, tal y como indica la Encuesta
de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2012.
Y
pensábamos que hoy, en nuestra era de la tecnología punta, redes sociales,
globalización, telefonía móvil, dispositivos de todo tipo ¡ hoy ya no puede
haber analfabetos!.
Pero además
podemos añadir que existe un analfabetismo mayor, que aún es más masivo y
dañino para la persona porque que diluye los sentimientos y olvida los afectos,
hablamos del analfabetismo afectivo.
Si
nos preguntamos ¿cómo podemos afirmar que existe el analfabetismo afectivo
cuando tenemos total libertad en las
relaciones, para la vida sexual? Si todo el mundo presume de saber de todo; si
nunca antes se ha tenido acceso a tantas técnicas educativas de todo tipo,
¿cómo va a existir analfabetismo afectivo?
Vamos
con el intento de respuesta.
Constatamos
que la educación afectiva no se considera como algo a trasmitir, sino que se
irá descubriendo por cada individuo; se trasmiten informaciones sobre
genitalidad, sexualidad, medios y métodos para disfrutar de ella, obviando las consecuencias
que estos acarrean. Es tal el libertinaje en esta materia, que se manipula a la
persona al insinuarle: “en la vida afectiva no se puede entrar, pues es algo
tan <<sagrado>> que eso, sólo, lo tiene que gestionar la propia persona”.
Así llegamos a las preguntas clave ¿Quién le
educa? ¿Desde dónde se le educa? ¿Se le educa para amar? ¿Por qué no se quiere
educar en afectos?
Hoy este tipo de educación afectiva, para el Amor y la Vida, no se ve necesaria desde ciertos sectores de
la sociedad pues su concepción antropológica no la necesita. Lo que importa es
el aquí y el ahora, sin dejar espacio para la reflexión, la formación, la
comunicación.
Nosotros valoramos la necesidad de una educación en los
afectos, no en las emociones; en los sentimientos no en los instintos; en los
actos no en las acciones. La iglesia nos ofrece la posibilidad de descubrir el
abcedario del verdadero amor que se ha de trasmitir en la familia.
Por ello animamos a cada familia a VIVIR Y TRASMITIR, la
bondad, la belleza y la grandeza del amor, descubriéndolo como don de Dios y
tarea del hombre creado por Él, para vivir amándole y sentirse amado. En ella
se trasmitirá el valor inmenso de la vida, la grandeza de la paternidad y la
maternidad, la alegría de la fraternidad y el cuido de todos sus miembros.
EQUIPO TEA
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