“Que poco esfuerzo necesito para
hacer lo que me apetece, el problema está en que o hago eso o no hago nada,
pues lo demás no me interesa”.
Cuando tenemos esta manera de pensar y de vivir, no somos
conscientes de lo que nos perdemos. Cómo tampoco somos conscientes de lo que
podríamos ganar para nuestro crecimiento personal.
La vida no se construye de apetencias o gustos, la vida que
tú ya estas iniciando conlleva en su realidad la necesidad del esfuerzo, de la
constancia, de la entrega, de la perseverancia, del empezar de nuevo, de
aprender a renunciar, de aprender a elegir lo bueno, no lo normal… ¡¡¡es verdad que todo eso no te apetece
siempre!!! pero ¿piensa como podría ser
tu vida con esas opciones asumidas en ti?.
Casi siempre, lo que nos apetece, puede no ser lo mejor para
uno mismo ni par el prójimo. Nuestro egoísmo sólo nos llama a la
autocomplacencia sin mirar las consecuencias de esa acción en nuestro
alrededor. Claro que no es lo mismo apetecer un helado que no decir la verdad; ni
desear estar con una persona que usar los sentimientos de otra.
Las apetencias son como las modas, no tiene una
consistencia, una razón que las sostenga, sino que llegan, se instalan durante
un tiempo y pasan de largo. Tú te quedas a la espera de la siguiente, pues esa
moda ya paso y otra ocupa tu persona. Las apetencias tienen algo más
problemático, y es que, con ellas podemos hacer sufrir a otros, dejarnos llevar
hasta nuestra destrucción, hacernos nuestro propio mundo: “lo que me apetece
siempre está bien”, “lo que no me apetece, nunca me va a hacer bien”.
¡Piensa! Cuán feliz
puedes ser y a cuanta gente puedes
hacer feliz sin tener que hacer lo que a tí te apetece, verás cómo te cambia
la vida.
Una grandeza de la persona es, que puede dominar y ordenar
sus apetitos; los animales, sólo los alcanzan.
Equipo TEA
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