Quizá recuerdes esta canción.
En ella se presenta de una forma poética lo
que es el acto de plenitud en el amor conyugal.
Todos los que vivís en matrimonio habéis
experimentado la plenitud del amor como el gran regalo del uno al otro y
reflejo del AMOR total de Dios a cada uno.
Son muchos los matrimonios que no llegan a
valorar la grandeza y la riqueza de ese encuentro, que pudiendo ser motor de
más amor, se queda solo en un acto rutinario, donde se comunica poco, donde se
necesita al otro como el coche para desplazarse, donde la rapidez, la fugacidad
del momento es lo predominante. No se puede juzgar a nadie, pero si se puede
recordar lo que se pierde cuando no se da la entrega consciente y deseada de
ambos.
Para vivir la plenitud en el amor conyugal, es
imprescindible una vida consagrada a amar, a perdonar, a ser fiel, al trato con
ternura, a manifestar con gestos y detalles lo que se siente, a no utilizar al
otro sino ser un don para él.
Es verdad que el que ama, derrocha ternura y
comprensión. Estos dos sentimientos son imprescindibles para poder valorar la
dignidad de cada persona, para llegar a amar.
Desde la ternura se alcanza la felicidad y
desde la comprensión se vive.
Cada vez que se ama al otro, experimentamos
la grandeza del ser que somos y nos lleva a preguntarnos cómo podemos amar aún más;
la respuesta la encontramos si llegamos a descubrir que estamos siendo amados
por Dios e invitados a corresponderle en el otro.
Así no es como se desarrolla la letra de la
canción de Ana Belén, pero si es como únicamente se pueda ser feliz: DERROCHANDO AMOR.
EQUIPO TEA
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