Son muchos los miembros que tiene nuestro
cuerpo, hoy nos vamos a centrar en los ojos. Oímos que se dice “ojos que no
ven, corazón que no siente”; “la cara es
el espejo del alma y los ojos sus intérpretes” (Cicerón), … y otras muchas más
que hay en la sabiduría popular. Pero reparemos en estas palabras de Jesús: “La lámpara de tu cuerpo es el ojo. Si tu ojo
está sano, todo tu cuerpo estará luminoso, pero si tu ojo está enfermo, todo tu
cuerpo estará a oscuras” Mt 6, 22-23a
Nuestro cuerpo es un conjunto de órganos
que se puede mover, expresar,… con la interdependencia de todos ellos. Nuestros
ojos que tanto bien nos hacen, si los dejamos
fuera del alcance de la razón, ( del amor) nos pueden llevar a una oscuridad tremenda.
Todo nos entra por los ojos, lo bueno y lo malo, y nos llama a alcanzarlo, pues
en el tema de la educación de la sexualidad es muy importante, por tanto, la
educación de la mirada. Nuestra mirada es inagotable y conduce a nuestro “almacén-cerebro” todos los contenidos, los metemos en
carpetas-recuerdos que podemos recurrir a ellas cuando queramos recrearlos. En
todo este mecanismo no hay nada malicioso, sino que, dependiendo lo que
busquemos para ser felices, nos encontraremos con luces o con oscuridades.
Unos ojos enfermos son aquellos que ansían
ver y mirar con deterioro la grandeza del cuerpo humano, que manipula la
función de los órganos genitales de ambos sexos, que dificultan encontrar en el
otro a un semejante como él, que no quieren respetar la intimidad ni la
dignidad del otro, que se cierran a la belleza de ser imagen y semejanza de
Dios, que solo buscan satisfacer un impulso.
Unos ojos sanos son aquellos que buscan la
belleza, la hermosura, que se asombran, que miran con ternura, que expresan lo
que siente el corazón, que están abiertos para ver y ser vistos, que nos valen
para reconocer al otro como el que nos complementa, que …
Como están los tuyos?
Ve al mejor oculista, Jesús y te los limpiará o te mostrará su belleza.
Equipo TEA
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